Hace apenas unos tres años el mercadeo de valores dominicano ofreció la primera oportunidad de adquirir acciones de una empresa líder en su segmento, Pasteurizadora Rica (RICA), de forma indirecta, a través de un fideicomiso de oferta pública, que era la opción que brindaba el marco regulatorio en ese momento.

RICA no podía emitir sus acciones directamente en el mercado. Sin embargo, gracias a la asesoría e innovación de los puestos de bolsa involucrados, el emisor tomó la sabia decisión de aportar dichas acciones a un fideicomiso de oferta pública. De este modo, el inversionista adquiría cuotas de dicho fideicomiso y, en consecuencia, se convertía en dueño “indirecto” de parte de una empresa icónica dominicana. Este fue un paso trascendental en el mercado dominicano, tanto para el empresario como para el inversionista.

A raíz de eso, la voluntad política del actual gobierno, la visión del empresariado y la coordinación de los principales actores del mercado permitieron seguir desarrollando este gran avance en materia de inversión. Dado que el panorama económico generado por la pandemia ameritaba además habilitar fuentes de financiamiento adicionales, en el año 2020 se inició un proceso de mejoramiento regulatorio para inaugurar un mercado accionario en el país.

Los trabajos dieron su fruto con la aprobación de una nueva ley, que eliminó las trabas que impedían la emisión directa de acciones en un mercado público y dinámico. Con esta solución, se  confirmó inmediatamente el interés del empresariado, siendo César Iglesias, otra empresa admirable de esta media isla, la que comenzó a acogerse a las disposiciones de esta nueva ley, obteniendo la aprobación de la Superintendencia del Mercado de Valores para emitir acciones directamente al público.

Resulta ser tremendo contraste que la República Dominicana, a pesar de esta posicionada como una economía líder del crecimiento económico regional en los últimos años, no contaba hasta hace poco con oferta pública de acciones alguna. Las voluntades política, comercial y regulatoria, unidas a la necesidad, crearon oportunidades para el Estado y los empresarios. La visión de estos actores y la gallardía de empresas familiares como RICA y César Iglesias extendieron esta oportunidad a todos los dominicanos, permitiéndoles convertirse en empresarios al poder adquirir sus acciones, indirectamente primero y ahora directamente, en el mercado de valores. Esto a su vez transmite un mensaje de transparencia, proactividad política, buena reputación y progreso, contribuyendo con el posicionamiento del país como un jugador económico regional a la altura de otras economías más desarrolladas.

Cabe destacar que, a pesar del crecimiento de nuestro mercado en los últimos años el cual ya transa sumas equivalentes al Producto Interno Bruto del país, estamos apenas empezando. En la medida en la que más empresas se den cuenta de las bondades del mercado y las facilidades que ofrece para la consecución y expansión de sus planes, más emisiones se producirán y más inversionistas tendrán acceso a la rentabilidad generada por estas empresas emisoras, creando con ello un círculo virtuoso que no conoce límites, tal y como se ha demostrado en otros mercados.

Como el caminar del elefante, lento pero constante, nuestro mercado de valores va forjando un camino de interesantes oportunidades, contribuyendo con el desarrollo del país, preparándolo para nuevos emprendimientos y ofreciendo a todos los dominicanos la oportunidad de convertirse en empresarios.